Comentario
La situación y progreso de las mujeres ha sufrido avances y retrocesos a lo largo de la historia, en las distintas culturas y países. El Cristianismo supuso una mejora en la defensa del derecho a la vida de las niñas, la equiparación de la mujer en el matrimonio, mayor libertad de las solteras y más protección de las viudas. El respeto a los niños, las mujeres y los esclavos se extendió en las zonas cristianas.
Algunas reinas, nobles y monjas europeas emprendieron iniciativas sociales importantes (Movimiento de Melania para la liberación de los esclavos, primer Hospital y Albergue de peregrinos de Fabiola, hospitales y leproserías de la reina Matilde, etc.). En los primeros siglos feudales (s. X-XIII) las mujeres podían tener y administrar feudos, iban a las cruzadas, gobernaban y algunas llegaron a tener un alto poder político, económico y social, por sus tierras, cargos, parentesco o negocios. Existieron numerosos monasterios y abadías femeninas, que eran también en ocasiones, centros culturales (Quedlinburg, Heiford, Fontevraud, Las Huelgas, Whitby, Santa Cruz de Poitiers, etc.). Las abadesas no eran sólo educadoras o protectoras de la cultura; algunas eran también creadoras (primeros poemas anglosajones y primera gran escuela inglesa creados en el s. VII en el monasterio por S. Hilda; el primer gran nombre de la literatura alemana en el s. X es Roswitha, abadesa; en el XII, Herrada de Landsberg e Hildegarda de Bingen escriben obras literarias, etc.). La Abadesa de Las Huelgas y la de Fontevraud tenían también jurisdicción sobre monjes y monjas y dirigían hospederías y hospitales. Influían mucho en la vida política y en el caso de Las Huelgas, tenía jurisdicción eclesiástica muy amplia.
Sin embargo, la situación de las mujeres se había ido deteriorando a partir de los últimos siglos medievales y clásicos, por diversos motivos, entre ellos la progresiva influencia de algunas ideas del pensamiento griego y del Derecho Romano, el desarrrollo de la mentalidad burguesa, y algunos principios de la Modernidad y el Código Napoleónico de 1804 que copiaron muchos países. Sobre el empeoramiento de la situación de las mujeres -sobre todo la casada- a partir del s. XVI, se pueden leer los estudios de Jean Portemer y Pierre Betot. Este autor señala que hasta el s. XV la mujer gozaba de mayor capacidad jurídica, y cómo a partir del s. XVI va convirtiéndose en un ser jurídicamente incapaz. Esa orientación la siguieron otros países, que imitaron el derecho francés. A través de los estudios de Tiraqueau y Dumoulin se puede seguir el proceso por el cual aumenta el poder marital que termina haciendo de la mujer casada un ser incapaz, situación que consagrará el Código napoleónico en el s. XIX.
Ante situaciones injustas y discriminatorias, algunas voces se alzaron proponiendo soluciones (Christine de Pisan, María de Zayas, Feijoo, Condorcet, Stuart Mill, Sor Juana Inés de la Cruz, Josefa Amar, etc.). A finales del s. XVIII Olympe de Gouges en Francia y Mary Wollstonecraft en Gran Bretaña habían criticado también la situación de las mujeres en sus famosas obras "Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana" y "Vindicación de los derechos de la mujer". No obstante, fue en el siglo XIX cuando las mujeres se reunieron en organizaciones específicas para reivindicar juntas sus derechos. Surgieron distintos grupos con diversidad de programas y estrategias, aunque coincidentes en promover el avance de las mujeres en la sociedad. Estudiando los diversos grupos feministas Offen encuentra dos tradiciones principales, una de tipo "individualista" liberal angloamericana, y otra más "relacional" y social europea.